El rap a veces, sorprende

"Fear not of men, because men must die" (Mos Def)
"A veces pierdo la memoria y gano un sexto sentido, me olvido de lo que vivo pero no de lo que escribo" (SFDK)
"¿Merece la pena hacer lo que se supone que debes más veces de lo que realmente quieres?" (Chojin)
"El amor es eso nena, envejecer sin darse cuenta, seguir viendo con 22 añitos a quién tiene ya los 40" (Xhelazz)

martes, 25 de noviembre de 2008

Luís el vagabundo

(Otro instante, este algo más largo).
Tres capas de cajas de cartón hacían de colchón, la noche anterior había llovido así que Luís tuvo que cambiarlas. Había estado a la hora de comer en la entrada del almacén del Sabeco, siempre le proveían de colchón sin ninguna pregunta. Preguntas, Luís odiaba que le preguntasen porque debido a su situación todas eran parecidas, todos querían saber como había terminado en el arroyo. Odiaba a los encuestadores.
Colocó todas sus cajas cubriendo un pequeño espacio entre los dos cajeros de la CAI que tenía en su dormitorio, la oficina 145. Sacó de su mochila, lo que vendría a ser nuestra casa, un par de mantas raídas y algo sucias que le acompañaban desde hacía años. Cuando ya estuvo todo preparado abrió el tetra brick de la cena, había que decantarlo, después sacó una cena espartana, la que siempre tenía; un cacho de pan y el litro de vino tinto. El pan se terminó en cinco minutos y se puso a hacer la digestión. Je, je…digestión… ¿eso que será?, pasa cuando comes ¿no?.... Hablaba consigo mismo, era su forma de pensar y de tener compañía. Apoyó la espalda contra la fría pared y abrió el vino. Comenzó a beber, a largos tragos, con el pensamiento turbado y la cabeza dando vueltas sobre su eje; continuó en la misma posición mientras la gente entraba y salía del cajero sin mirarle siquiera ó, como mucho, entrando y huyendo al instante temiendo que les robase.
Así pasó buena parte de la noche hasta que se acabó su agua de fuego, fue entonces con todo el rubor alcohólico reflejado en su cara cuando se quedó inconsciente en vez de dormido.

De repente se asustó, notaba que alguien le tocaba como llamándole la atención. ¡Mierda!...ya me viene la pasma a tocar los huevos… Esta vez pensó en bajo sin hablar y sin abrir los ojos. Entonces quién le estaba tocando para despertarlo, habló y a Luís le sorprendió la voz femenina y cálida que llegó hasta sus oídos.

- Buenas señor, ¿Qué tal está? ¿Quiere compartir este kalimotxo?
- Si – respondió con los ojos abiertos como platos ante la sorpresa de que alguien le volviera a tratar con respeto.

La chica le pasó el vaso de litro para que bebiese y se presentó como Lola. Él metió los dedos roñosos y quitó parte de los hielos. Que gilipollez echarle cubitos, Lola, le quita todo el sabor al vino. Ella asintió tranquila, más por la borrachera que llevaba que porque su compañero le inspirase tranquilidad.

Estuvieron hablando tanto como duró el litro, que fue cerca de una hora. Aunque más bien se diría que Luís escuchó y bebió mientras que Lola hablaba; los primeros quince minutos solo balbuceó que su novio le había dejado porque llevaba una temporada muy mala y él había sido incapaz de comprenderla. Luís la dejó llorar un rato, pero a los cinco minutos la cortó para pedirle el libro, y como no le parecía bien hacerlo sin más en esta situación, indagó un poco sobre su mala racha. Lola estaba sufriendo el divorcio de sus padres, en el que tenía que actuar como testigo para declarar si su madre había sufrido violencia doméstica; y ella tuvo que decirlo delante de su padre en el tribunal. Era la primera vez en su vida que reconocía que había visto y, alguna vez, sufrido los arrebatos alcohólicos de su padre; sus padres llevaban ya varios meses en el proceso y su novio no la quería como necesitaba porque conociéndolo todo, la había abandonado en el momento en que sus pequeñas espaldas ya no podían soportar nada más. Hacía unas horas que la habían dejado y aunque sus amigos la rodearon y apoyaron toda la noche, ella se sentía sola y notaba como la realidad le superaba; era demasiado real. Lloró delante de Luís, lloró mucho, desconsolada e inconsolable.

Luís, el vagabundo, mientras se lo contaba, recordaba su propia historia y bebía. Rememoró la bancarrota de su empresa, como su mujer le abandonó por su socio, como ahogó sus penas en alcohol, cada día más y luego… ya no pudo recordar más.
Lola seguía llorando encerrada en sí misma, agarradas las rodillas y con la cabeza gacha. Luís la comprendió y actuó como le hubiera gustado que actuaran con él en su mala racha. La abrazó fuerte, con el cariño reservado durante tantos años solo y volvió a llorar tras mucho tiempo insensible. Lola miraba al suelo y se cogía las rodillas en posición fetal, de repente notó un olor desagradable y fuerte que le rodeaba; después sintió calor, mucho calor; unos brazos esqueléticos pero cálidos como ningunos otros, la rodearon; nunca había sentido tanto cariño. A Lola el corazón le latía cada vez más fuerte; a Luís le volvía a latir. Lola recuperaba la esperanza a cada segundo que pasaba, veía el futuro ancho y largo, grande y con mil opciones; y aunque aún le caían lágrimas sintió que quedaba mucho por hacer, además tenía gente que le quería y apoyaba. Por primera vez en mucho tiempo, sonrió.
A los diez minutos de estar así Lola se soltó, miró el reloj y apenada se despidió de Luís, no sin antes darle las gracias y ofrecerle algo de dinero que Luís, orgulloso, no aceptó.
Lola se fue y Luís volvió a quedarse solo, esa noche no durmió, si lloró y a la mañana siguiente llegó a una resolución…Quizás pueda superarlo, como Lola, solo tengo que intentarlo…

Desayunó un litro de cerveza.
.

Los despreciados

Querido diario,

Por razones personales (tengo novia) y de edad (las responsabilidades llegan en cierta fecha) ya no salgo lo que salía desde los catorce años hasta hace año y medio, cuando casi se podría decir que vivía en la calle. Pasaba noches enteras seguidas de un sitio para otro, de casa en casa, parando por las esquinas a fumar, hablar, descansar... En todos esos años conocí a personas sorprendentes en cuerpos descuidados y enfermos que aún así mantenían cierta alegría cuando les tratabas con normalidad. Eran los vagabundos, gente a la que tratamos con un prejuicio que siempre nos supera ante lo anormal e incompresible dentro de la sociedad que nos encorseta.

Recuerdo cuando conocí a un vagabundo nihilista que llevaba consigo una tarjeta de presentación con el número de teléfono de donde le solían permitir dormir. Nos lo encontramos en la ciudad universitaria acompañado de una mochila que para nuestra sorpresa contenía un cachorrillo, un gato negro que se había encontrado abandonado que nos acompaño mientras charlábamos toda la noche. En los viajes que he hecho en el que el vagabundo era yo (falta de presupuesto ji, ja!), los autóctonos te acompañaban y te daban conversación, tabaco... a veces un susto. En Amsterdam otros te invitaban a comer espaguetis cocidos en la calle.


Claro que también existen los que te gritan al pasar, los que te atracan (pocos), etc. Pero no tengo intención de criticarlos. Solo quiero que sepan que hay quién no les mira con desprecio; aunque veo difícil que se enteren por Internet;)

domingo, 16 de noviembre de 2008

Querido diario,

Al final me he decidido, si que voy a escribir el día a día de mi vida o... puede que no sea mía (mira la entrada anterior para entenderlo).

Querido diario,

Llevo ya muchos años fumando y nunca he sido capaz de quitármelo; ni cuando tuve el neumotorax pensaba en dejar de fumar, sabía que tendría que estar un tiempo sin tabaco pero tenía en el horizonte un amplio cielo para llenar de humo, estaba seguro de que a los días volvería a fumar, pero hace unos años ocurrió algo que me hizo replanteármelo.

Estaba en un festival de Jazz, y por culpa de salir a la calle diez minutos a fumar perdí mi sitio, un cantante de uno de los grupos se sentó en mi silla; salí y perdí mi bebida, se la quedó el cantante; fumé y se me llevó la cazadora el odioso vocalista; y por último, en cuanto volví adentro, me robaron la cita, el cantante se la llevaba a fumar al backstage. Así que allí mismo, de pie, con sed, helado y sólo, resolví que nunca más volvería a fumar. Lo intenté de todas la maneras y cuando me iba a dar por vencido se me ocurrió esta que aquí escribo como la escribí entonces. (Ya estoy en la última fase, no se extrañen si me ven con un bote pequeño siempre en las manos).


PLAN MAESTRO PARA DEJAR DE FUMAR

Fumo desde los quince años, y los siguientes cinco me comía también las uñas. Esto fue porque siempre que no fumaba me entraban ganas de hacerlo y para soportarlas me mordía los dedos por todas sus partes, desde los padrastros hasta las uñas. Así, además, me pasé cinco años sin necesidad de cortarme las uñas, tampoco las de los pies ya que siempre he sido bastante elástico.

Entonces planeé como dejar de fumar, pero para ello necesitaba primero dejar de comerme las uñas, no sé si llegan a comprender mi lógica; resultó ser más complicado de lo que creía, necesité cerca de un año de mucho fumar y masticar chicle para no destrozar las uñas continuamente.
Finalmente lo logré, el primer paso de mi plan había terminado satisfactoriamente.

A partir de ese día me exigí rebajar la cantidad de cigarrillos que fumase cada día, llegué a rebajarlo a seis pitillos al día, pero me costó otros tres años. A la par en estos años ya me cortaba las uñas y aquí empezó la segunda parte de mi método para dejar de fumar. Todas las uñas las guardaba recién cortadas en una bolsita de plástico con otro uso anterior mucho más placentero y, por fin a los tres años había llenado una caja de zapatos.

Pero es ahora cuando llega la parte principal del plan. A partir de hoy saldré con un botecito lleno de uñas, y cada vez que quiera encender un cigarro abriré el bote, cogeré una uña y la masticaré, la morderé, romperé en varias partes y jugaré con ella hasta que se me pasen las ganas de fumar.

No se si estoy loco pero lo voy a intentar.

¡¡Deséenme Suerte!!

miércoles, 12 de noviembre de 2008

A continuación...imaginación

Buenas a quién este ahí! Continúo con este blog de clComprobar ortografíaase, pero como en la anterior entrada, no tengo muy claro de que tratar. Así que estoy pensando en escribir mis "instantes" y a la vez hacer una especie de diario aunque eso si, puede que no sea real, o si. Puede que desnude mi alma, que sean todo mentiras o que haga una mezcla (¿a que soy un artista en el arte de la intriga? ;) ).

Mientras me decido os dejo con otro escrito, surgido del aburrimiento que se puede acumular si intentas cruzar Zaragoza en autobús a hora punta aunque nada tiene que ver con el aburrimiento, Zaragoza o los autobuses:

GIRASOLES

Tornan su cabeza los girasoles al pasar tal belleza.

Su larga y brillante melena dorada les confunde.

Gritan desesperados al no encontrar el calor que esperaban de ella;

porque ella, quien tan cálida parece, es fría como un témpano.

Los girasoles hundidos y desorientados pierden las pipas antes de
tiempo, como si lloraran.

La de la dorada melena, su falso ídolo, ni tan siquiera les ve;

no se da cuenta del influjo que tiene,

bajo el cuál incluso el sol olvida sus responsabilidades

y le dirige su mirada y sus rayos sólo a ella si por ahí está.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Bueno... ya era hora.

Qué tal? Me encuentro ante una página en blanco esperando que comience a escribir en mi blog de una vez. Este blog no es algo personal sino que se trata de un trabajo para la carrera, he estado pensando mucho sobre que quería reflejar en el blog y tras mucho meditar sólo tuve una idea; que por cierto llevaba tiempo rondando mi cabeza.


Hace seis o siete años empecé ha escribir pequeñas historias a raiz de una época dura en la que me refugié en mi mismo, conseguían evadirme de la realidad y dejaban que mi imaginación se perdiera por lugares recónditos y ajenos a lo que me rodeaba, haciéndome olvidar cosas que, ahora sé que el tiempo suaviza pero no borra. A estos mínimos escritos los llamé "instantes". (Nombre que me hubiera gustado ponerle pero ya estaba cogido).

Así que a partir de hoy colgaré estos "instantes" sin orden ni sentido en mi blog.

A continuación el primer "instante":


ENTRE LÁPIDAS


Se levantó, miró a un lado, el otro; nadie, soledad.
Apagó la luz y fue a la cocina; sus pasos sólo producían eco.
Se llenó un vaso con leche y en el mismo vertió zumo; no había quien que se lo recogiera.
Se vistió y se arregló para el trabajo; nadie le avisó de la mancha en su corbata.
Bajó al garaje, entró en el coche, llegó al trabajo; no dejó a nadie de camino a la oficina.
Encendió el ordenador, escribió, lo apagó y esperó a la pizza; no había nadie a su alrededor.
Volvió a encender el ordenador, volvió a trabajar y lo volvió a apagar; tiró contra la pared el cenicero y nadie se lo recriminó.
Abrió el coche, lo arrancó y empezó a subir la cuesta del garaje; la radio estropeada, ni la música le acompañaba.
En la salida del garaje alguien se sorprendió al verlo; los coches colisionaron.
La maquina del hospital dejó de pitar y el médico tapó su cara con indeferencia.
En el entierro ningún familiar acompaño el féretro y ningún amigo le llevó flores.
Entre lápidas mira a un lado, al otro. Mucha gente, soledad.

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