Qué tal? Me encuentro ante una página en blanco esperando que comience a escribir en mi blog de una vez. Este blog no es algo personal sino que se trata de un trabajo para la carrera, he estado pensando mucho sobre que quería reflejar en el blog y tras mucho meditar sólo tuve una idea; que por cierto llevaba tiempo rondando mi cabeza.
Hace seis o siete años empecé ha escribir pequeñas historias a raiz de una época dura en la que me refugié en mi mismo, conseguían evadirme de la realidad y dejaban que mi imaginación se perdiera por lugares recónditos y ajenos a lo que me rodeaba, haciéndome olvidar cosas que, ahora sé que el tiempo suaviza pero no borra. A estos mínimos escritos los llamé "instantes". (Nombre que me hubiera gustado ponerle pero ya estaba cogido).
Así que a partir de hoy colgaré estos "instantes" sin orden ni sentido en mi blog.
A continuación el primer "instante":
ENTRE LÁPIDAS
Se levantó, miró a un lado, el otro; nadie, soledad.
Apagó la luz y fue a la cocina; sus pasos sólo producían eco.
Se llenó un vaso con leche y en el mismo vertió zumo; no había quien que se lo recogiera.
Se vistió y se arregló para el trabajo; nadie le avisó de la mancha en su corbata.
Bajó al garaje, entró en el coche, llegó al trabajo; no dejó a nadie de camino a la oficina.
Encendió el ordenador, escribió, lo apagó y esperó a la pizza; no había nadie a su alrededor.
Volvió a encender el ordenador, volvió a trabajar y lo volvió a apagar; tiró contra la pared el cenicero y nadie se lo recriminó.
Abrió el coche, lo arrancó y empezó a subir la cuesta del garaje; la radio estropeada, ni la música le acompañaba.
En la salida del garaje alguien se sorprendió al verlo; los coches colisionaron.
La maquina del hospital dejó de pitar y el médico tapó su cara con indeferencia.
En el entierro ningún familiar acompaño el féretro y ningún amigo le llevó flores.
Entre lápidas mira a un lado, al otro. Mucha gente, soledad.
Apagó la luz y fue a la cocina; sus pasos sólo producían eco.
Se llenó un vaso con leche y en el mismo vertió zumo; no había quien que se lo recogiera.
Se vistió y se arregló para el trabajo; nadie le avisó de la mancha en su corbata.
Bajó al garaje, entró en el coche, llegó al trabajo; no dejó a nadie de camino a la oficina.
Encendió el ordenador, escribió, lo apagó y esperó a la pizza; no había nadie a su alrededor.
Volvió a encender el ordenador, volvió a trabajar y lo volvió a apagar; tiró contra la pared el cenicero y nadie se lo recriminó.
Abrió el coche, lo arrancó y empezó a subir la cuesta del garaje; la radio estropeada, ni la música le acompañaba.
En la salida del garaje alguien se sorprendió al verlo; los coches colisionaron.
La maquina del hospital dejó de pitar y el médico tapó su cara con indeferencia.
En el entierro ningún familiar acompaño el féretro y ningún amigo le llevó flores.
Entre lápidas mira a un lado, al otro. Mucha gente, soledad.
1 comentario:
me enkanta que por fin te hayas animado. la gente como yo tiene mucha suerte de que compartas esos instantes con ellos. animo!!
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